: Testimonios de misericordia: Franco, esposo de Anna, huésped de Villa San Benedetto Menni (Italia)

Testimonios de misericordia: Franco, esposo de Anna, huésped de Villa San Benedetto Menni (Italia)

Cuando Franco llegó a Villa San Benedetto Menni, lo hizo buscando respuestas en medio del caos. Su esposa, Anna, había sido diagnosticada con una condición compleja, y él se encontraba perdido, con incertidumbre y muchas preguntas. Sin embargo, al cruzar las puertas de la Villa, algo cambió:

Llegué a Villa San Benedetto Menni “por casualidad”, y con el tiempo pude percibir lo que podría describirse como una ayuda sobrenatural, ya que, tras lo sucedido con mi esposa, me encontraba sumido en el caos y al llegar aquí me encontraba con muchas dudas y preguntas.
Nada más llegar, conocí a una persona (un médico) que me cautivó por su dulzura y su manera de ser, un “bienvenido” tanto para mí como para Anna. Inmediatamente, noté que todo el personal se mostraba genuinamente comprometido, a diferencia de otros contextos de cuidado que había conocido antes.

Así que empecé a tranquilizarme, convencido de que Anna había encontrado un lugar que, aunque tal vez no le ofreciera una curación total, al menos era un espacio de tranquilidad y atención en una condición (el llamado estado vegetativo) sobre la cual, en realidad, no sabemos qué sucede en la mente de la persona.

Podría decirse que quien más ha experimentado un cambio positivo entre los dos soy yo, porque al estar en contacto con los operadores (enfermeros, auxiliares, las mismas hermanas…) he podido comprobar lo “extremadamente cariñosos” que son: siempre se puede hablar con ellos, desde temas triviales hasta cuestiones filosóficas profundas… Y esto es una señal de cómo este lugar, que podría ser un sitio de tristeza, se está convirtiendo para mí en una fuente de apoyo psicológico y, al mismo tiempo, en una manifestación de la Misericordia del Señor.

En este punto, debo hacer una reflexión personal: me doy cuenta de que, con el tiempo, se dan situaciones que uno nunca habría imaginado… Cuando nací, mi madre me “ofreció” a la Virgen, al igual que a mis hermanos, a la Virgen de San Materno en Figino Serenza (donde nació), a la que estaba profundamente unida. Esa “consagración”, claramente, fue como cargarnos con una mochila, no una mochila pesada, pero sí con responsabilidad: la responsabilidad de la fe y de transmitir esa experiencia a los demás.

Al llegar aquí, también me vino a la mente lo siguiente: evidentemente, alguien ha mirado hacia abajo… Después de todo, con la Virgen es mucho más fácil hablar que con su Hijo: porque es mujer, y las mujeres tienen ese instinto maternal y la capacidad innata de saber escuchar…

Todas estas experiencias han hecho que realmente “madurara en la tranquilidad”, si se puede decir así. De hecho, rechacé la idea de que mi esposa fuera trasladada a casa, que parecía una solución lógica: menos kilómetros, menos tiempo en los traslados, menos estrés… Sin embargo, preferí que Anna se quedara aquí, porque es un ambiente adecuado para ella, en el que me siento tranquilo al dejarla. Así que, aunque es muy difícil que haya una curación física de mi esposa, tal vez haya una curación psíquica y el logro de una paz interior, tanto para ella como para mí.

*Núcleo Bianco = unidad para pacientes en estado vegetativo

La historia de Franco es testimonio de que, incluso en medio del dolor y la incertidumbre, el amor y la misericordia de Dios se hacen presentes.

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